Friday, November 07, 2008

¿QUÉ ENTENDEMOS POR SOCIALISMO HOY?

 

En líneas generales se ha definido al socialismo como el programa político de las clases trabajadoras. La idea central es la transformación sustancial del planteamiento jurídico y económico fundado en la propiedad privada de los medios de producción y de intercambio. Este pensamiento pretende crear una organización social en la cual:

a)    el derecho de propiedad esté fuertemente limitado;

b)    los principales recursos económicos estén bajo el control de las clases trabajadoras;

c)    su gestión esté dirigida a promover la igualdad social (y no solamente jurídica), a través de la intervención de los poderes públicos[1].

¿Cómo se interpreta hoy esta propuesta? Hablamos de un socialismo humanista, en el sentido de crear un sistema que tenga en cuenta, para su construcción, no la competencia, sino la cooperación entre los hombres.

La idea es presentar al socialismo como una tesis, un proyecto o un sendero, donde los humanos, y no las máquinas, estén situados a la cabeza de todo el ordenamiento.

Históricamente, la meta de los socialistas fue crear una sociedad que permitiera el desarrollo pleno del hombre. En los primeros años del siglo XIX, Owen, aportó a este objetivo, los programas de cooperación obrera y de gestión común de los instrumentos de producción[2]. En los años 40 variantes distintas del mismo movimiento, denunciaron las condiciones de los obreros en el desarrollo de la sociedad industrial, se opusieron al liberalismo político y  económico, y a su individualismo, y promovieron formas asociativas de diverso género (sindicales, políticas, experimentos cooperativistas y comunitarios) para llevar adelante las nuevas ideas comunitarias.

Henri Saint Simon, por su parte, aseguró que todos los integrantes de la sociedad tienen la máxima oportunidad posible para desarrollar sus facultades. Desde sus obras más tempranas, esta fue la visión de Marx. Habló de lo que el llamaba el ser humano pleno, la persona para la cual su propio desarrollo era una necesidad interior, o sea la persona que era rica tanto en capacidades, como en necesidades. Esta era la verdadera riqueza humana, la fuerza productiva desarrollada de todos los individuos.

El objetivo está claro: el desarrollo de una individualidad plena, multifacética, tanto en lo que se refiere a lo que produce el hombre, como a lo que consume, la expansión absoluta de sus potencialidades creativas, o, en otras palabras, el desarrollo de las capacidades humanas como un fin en sí mismo.

Así lo hizo saber Engels cuando afirmó: “Marx ponía toda su confianza en el desarrollo intelectual de la clase obrera, fruto obligado de la acción conjunta y de la discusión”[3].

El propio Marx sintetiza esta idea en el final del Manifiesto Comunista donde dice que “a la vieja sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, sustituirá una asociación en el que el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos”[4].

¿Cómo es que las personas desarrollan sus capacidades? La respuesta, ayer, hoy, y siempre es la misma: la práctica, la actividad humana. Este es, precisamente el concepto de la práctica revolucionaria de Marx. La idea es desarrollar nuestras capacidades y habilidades a través de actividades.

De manera que debemos pasar por un tránsito de luchas, no solamente para efectuar una transformación en la sociedad, sino también para que el cambio se produzca en nuestra conciencia y, así, prepararnos para el ejercicio del poder político.

En consecuencia, los trabajadores tendrán que pasar por largas luchas, por toda una serie de procesos históricos, que transformarán las externalidades que los circundan y, por ende, a los propios hombres.

Este tránsito evolutivo sucede en el proceso de producción. En este proceso nos modificamos como productores, en tanto desplegamos nuevas cualidades, nuevas capacidades, fuerzas y representaciones, nuevos modos de interrelación, necesidades y construimos un nuevo lenguaje. En la cooperación planificada con otros, nos despojamos de nuestras trabas individuales y desarrollamos las capacidades individuales teniendo plena conciencia de que formamos parte del género humano.

Por lo tanto, no podemos pensar en el desarrollo humano sin la práctica humana. ¿Pueden hoy las mujeres y los hombres participar en todo tipo posible de actividades? No parece, si entendemos que la lógica del capital nunca puede llevar al pleno desarrollo de los seres humanos. ¿Por qué? Porque la meta del capitalismo es la ganancia. Es ella el motor del sistema. Para incrementar sus ganancias, el capital hace todo lo posible para incrementar la explotación de los trabajadores, separándolos y poniéndolos unos contra otros. Trae a las personas de otros lugares, por ejemplo inmigrantes o empobrecidos del campo, para disputar el trabajo citadino. Utiliza al Estado para proscribir o destruir a los sindicatos. Cierra sus fábricas y se muda a otras partes del mundo donde la gente esta carenciada y los sindicatos proscriptos.

Desde la perspectiva del capital, todo esto es lógico. Es lógico que el capital haga todo posible para poner a los trabajadores los unos contra los otros. También, es lógico utilizar al racismo y al sexismo para dividir a los trabajadores.

Aunque los trabajadores quieran seguridad en sus vidas, aunque quieran planificar su futuro, o criar una familia sin estar en un estado de incertidumbre, la lógica del capital apunta en la dirección contraria. Quieren hacer más precaria la existencia de los trabajadores, porque así incrementan su dependencia del capital. El capital busca que los trabajadores estén siempre preocupados, que tengan temor de que el sistema los va a abandonar, dejándolos sin trabajo y con un futuro incierto. El capital, donde sea posible, prefiere al trabajador a tiempo parcial, precario, que no reciba prestaciones, o mantiene a los que aceptarían un salario más bajo y un trabajo más intenso.

Este no es el único ejemplo de cómo la lógica del capital y la lógica del desarrollo están opuestas. Pensemos en la naturaleza y el medio ambiente. Los seres humanos necesitan un ambiente saludable, o sea vivir en armonía con la naturaleza como condición para mantener la vida. Sin embargo, para el capital, la naturaleza es un medio para realizar beneficios.

Tratar a la tierra y a la naturaleza de una manera racional (desde la perspectiva de los seres humanos) no se compadece la idea de la producción capitalista que se orienta hacia la ganancia más inmediata.

Por lo tanto, el capitalismo se desarrolla en la medida en que va socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre.

¿Cómo son las personas que produce el capital? Los trabajadores laboran en función de cumplir con las metas del capital; se someten a la autoridad y a la voluntad del capital; y, en definitiva, producen mercancías que son de propiedad del capital.

Producir dentro de esta relación implica un vaciamiento total de sus capacidades, una enajenación completa y por lo tanto los productores llenan el vacío de sus vidas con cosas, son impulsados a consumir mercancías. El consumismo no es casual en el capitalismo, y el capital constantemente intenta crear nuevas necesidades para poder vender sus mercancías y así realizar sus ganancias.

Además, Marx describió la mutilación, el empobrecimiento, la mutilación, tanto física como intelectual del trabajador, atado de por vida a una sola operación especializada. ¿El desarrollo de la maquinaria rescató a los trabajadores en el capitalismo? No, lo que hizo fue concluir la separación de las capacidades intelectuales del trabajador en el proceso de producción. El trabajador fue distorsionado en personas parciales. Fue degradado, y las potencialidades del proceso del trabajo le fueron alienadas.

En resumen, además de producir mercancías y el capital mismo, el capitalismo produce seres humanos fragmentados, mutilados cuyo “goce” consiste en poseer y consumir las mercancías.

 

Si entendemos que la meta del socialismo es el desarrollo humano, la pregunta que surge es cómo llegar a ese objetivo. ¿Cómo llegar al socialismo desde una economía que el capitalismo global y las políticas estatales neoliberales han deformado, una economía que tiene un desempleo masivo, tanto obvio como oculto, en el llamado sector informal, y donde existe una exclusión obscena de personas que no tienen los requisitos básicos del desarrollo humano, como son la educación y los servicios médicos?

Hay, obviamente, muchos obstáculos en el camino. Esto se visualiza cuando advertimos el éxito que tuvieron los medios de comunicación controlados por los capitalistas, la intervención imperialista y el estímulo dado a la oposición actualmente.

Cuando hablamos de obstáculos, no solamente incluimos al imperialismo, sino que hay que considerar que la oligarquía capitalista tradicional tiene sus enclaves de poder en el sector bancario, en los medios, en el latifundismo y en la industria que elabora las importaciones.

Vencer estos obstáculos es un requisito ineludible para los revolucionarios. Es que el socialismo no cae del cielo. No es un obsequio de los que saben a los que no saben. No es un regalo de navidad a todos los que se han comportado bien todo el año.

Si comprendemos el concepto de la práctica revolucionaria desarrollado por los padres socialistas se puede enarbolar la construcción del socialismo como la edificación simultánea de los seres humanos socialistas. Este camino se verifica a través de las propias luchas, la propia práctica revolucionaria.

¿Cómo se puede ir construyendo estos seres humanos nuevos y las nuevas relaciones de producción, ahora? Dando pasos que lleven a identificar las necesidades y las capacidades de los trabajadores. Esto implica construir las capacidades de los protagonistas y estimular relaciones sociales nuevas entre los productores, o sea la relación de productores asociados basadas en la solidaridad.

Al denominar a este proceso “democracia participativa”, no hay duda de que no hablamos de la democracia que se conforma con la obligación de votar cada dos años para que alguien después tome las decisiones en el nombre del pueblo. No, hablamos de la democracia en la práctica, la democracia como protagonismo cotidiano de los sectores populares. La democracia en el lugar de trabajo, en los barrios, en las comunidades, en las comunas, etcétera. Esta es la democracia de las personas que se están transformando en sujetos revolucionarios.

Construir esta democracia, significa construir a los seres humanos nuevos, los seres humanos plenos cuyo protagonismo es necesario para su desarrollo, tanto colectivo como individual. En otros términos significa la construcción de un nuevo sujeto de poder. Para los revolucionarios, esta opción no es negociable. No fue negociable para los revolucionarios de antaño, ni es negociable para los revolucionarios de hogaño.-

 

DANIEL HORACIO CASSANI. 7 DE NOVIEMBRE DE 2008.

 



[1] Norberto Bobbio y otros, Diccionario de Política, Siglo XXI editores, Bs. As., 1983, p. 1501.

[2] Norberto Bobbio y otros, ob. cit. en nota 1, p. 1501.

3 Engels, Federico, El manifiesto comunista, Karl Marx y Friedrich Engels, Centro Editor de Cultura, Buenos Aires, 2008, p. 29.

 

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